Argentina
a 11
años del
“corralito”
y las
Asambleas
Populares
Argentina
desde mediados de los ‘80 agravo su crisis, comenzando un proceso
de recesión, con una inflación que fue en aumento, graves
desequilibrios fiscales, inestabilidad macroeconómica de corto
plazo, un alto grado de incertidumbre, un abultado endeudamiento
externo y ocasionando que el país quedara sin prácticamente
reservas internacionales, todo ello también genero un proceso de
desocupación creciente.
Durante
el período comprendido entre los años 1997 y 2001, las Provincias
Argentinas aumentaron su stock de deuda en aproximadamente $18.100
millones.
Las
Provincias y los Municipios recurrieron, paulatinamente, a la
utilización de los recursos provenientes de la Coparticipación
Federal de Impuestos como garantía de las operaciones de las mismas,
ocasionando el creciente endeudamiento. Estas políticas llevaron a
que la falta de recursos no afectara al pago de los servicios de la
deuda, sino, en realidad, al pago de salarios y otros gastos
operativos de las mismas. De esta forma, se genero un círculo
vicioso, ya que para cubrir dichos gastos, los Gobiernos Provinciales
y Municipales debían obtener financiamiento adicional que provenían
de entidades bancarias y de la emisión de títulos públicos. La
mayoría de los prestamos tomados fueron destinados a la
financiación de deudas y, en menor medida, al pago de deuda flotante
de ejercicios anteriores y a solventar gastos de funcionamiento, lo
cual estuvo relacionado con la aguda situación fiscal y los
sucesivos déficits que existieron durante estos años
Para
hacer frente a estos problemas, se llevaron a cabo distintos planes
con el objetivo de paliar la profunda crisis, aunque no tuvieron
éxito.
A
partir de la década del ‘90, las políticas en la Argentina
apuntaron a la consolidación de programas económicos de corte
neoliberal, dirigidos, entre otras cosas, hacia una reducción de las
funciones del Estado.
Esta
situación produjo un aumento en la conflictividad social, las
personas fueron cobrando conciencia de la inminente bancarrota. El
gobierno acabo decretando la prohibición de retirar fondos bancarios
mayores a U$250 semanales, esta medida en vez solucionar las cosas
genero pánico en la población ocasionando el colapso en la cadena
de pagos de las pequeñas y medianas empresas. Al mismo tiempo, el
FMI decidió no,liberar un préstamo, ya concedido, de 2 mil millones
de dolares y esta medida arrastro al Banco Mundial a negar prestamos
similares al país.
El
19 y 20 de diciembre de 2001, , miles de personas se volcaron a las
calles de Buenos Aires y de las principales ciudades del país bajo
el lema “que se vayan todos”, días antes habían sufrido el
“corralito” . El estado se mostró incapaz de controlar la
situación, por ende el Presidente Fernando De la Rúa, carente de
todo apoyo social se vio obligado a renunciar al día siguiente del
comienzo de las movilizaciones. La indignación ciudadana en 13 días
tumbo a cinco presidentes a costa de 39 personas asesinadas por la
Policía. El 2 de Enero Duhalde fue elegido por la Asamblea
Legislativa en medio del caos parlamentario por las movilizaciones
populares existentes, se llego a esa decisión a través de un amplio
consenso en el peronismo y la oposición, “el caudillo peronista”
Eduardo Duhalde logró estabilizar la situación lo suficiente para
llamar a elecciones, las elecciones estaban programadas para el 27 de
Octubre de 2003 pero tras la “masacre de Avellaneda” finalmente
se adelantaron al 27 de Abril.
En
este contesto histórico-político tras las jornadas del 19 y 20 de
Diciembre vecinos de diferentes barrios comenzaron a reunirse con
regularidad y se comenzaron a organizar bajo la denominación de
Asambleas Populares o Asambleas Barriales, en la Ciudad de Buenos
Aires, Gran Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y otras ciudades del
país.
La
composición
social
de
las
mismas
se
podría
decir
que
se
caracterizo
por
un
alto
grado
de
heterogeneidad,
la
composición
heterogénea
hizo
de
esta
acción
colectiva
su
singularidad.
Formaban
parte
mujeres
y
varones
de
distintas
edades
y
trayectorias:
desde
personas
que
promediaban
los
setenta
años
hasta
adolescentes,
estudiantes
secundarios
y
universitarios,
desocupados,
ocupados,
jubilados,
comerciantes,
entre
otros.
Algunos
llevaban
años
de
activismo
político,
otros
tenían
pocas
experiencias
de
tipo
colectivo,
incluso
había
quienes
jamás
se
habían
interesado
en
política.
Varios
habían
intervenido
políticamente
durante
los
años
70
y,
en
ese
momento,
después
de
más
de
veinte
años,
volvían
a
involucrarse
en
este
tipo
de
actividades.
La
diversidad
de
trayectorias,
de
historias
políticas
y
personales
y
la
confluencia
de
saberes
brindaron
una
particular
dinámica
al
funcionamiento
de
las
asambleas.
En
ese
proceso,
los
asambleístas
recuperaron
conocimientos
previos,
resignificaron
prácticas
anteriores
y
crearon
nuevas
formas
de
relación
y
acción.
La
forma
de
organizarse
las
mismas
era
similar
a
las
actuales
Asambleas
Populares
de
Pueblos
y
Barrios
de
Madrid,
se
trabajaba
desde
la
horizontalidad,
existían
comisiones
especificas
para
problemas
concretos,
evolucionándose
de
la
votación
hacia
los
acuerdos
por
consenso,
la
representación
de
la
asamblea
se
realizaba
de
forma
rotatoria
y
nunca
por
delegación
de
la
misma.
En
2002 un estudio realizado por Eduardo Ovalles del Centro de Estudios
Nueva Mayoría, sostenía que el fenómeno de los cacerolazos
iniciado a fines de diciembre, se había transformado en una
estructura de movilización social permanente, integrada por 272
asambleas barriales que se reunían regularmente.
De
acuerdo al estudio, el 41% de las asambleas barriales permanentes
(112) estaban en la Capital Federal, distrito que con sólo uno de
cada 10 habitantes del país, tenia 4 de cada 10 asambleas. Se
trataba de un fenómeno de protesta y participación social, que se
inicio fundamentalmente entre los porteños, pero que entre enero y
febrero se fue extendiendo al resto del país.
Es
así como en la Provincia de Buenos Aires estaban funcionando el 39%
del total de las asambleas barriales permanentes del país (105)
-casi tantas como en la Capital- en Santa Fe el 14% (37), Córdoba el
4% (11), en Entre Ríos y Río Negro el 1% (2 en cada caso) y en
Neuquén, La Pampa y San Juan una en cada distrito.
En
el resto de las provincias -que en general tenían un ingreso per
cápita mucho menor y porcentajes mucho más bajos de sectores
medios-, no se habían organizado este tipo de asambleas.
Sería
erróneo suponer que las asambleas barriales surgieron como
consecuencia directa y unívoca de los acontecimientos sucedidos el
19 y 20 de diciembre. En Argentina existieron procesos previos en su
historia a lo que fueron las asambleas populares. A finales del
siglo XIX se dio un fenómeno histórico llamado “fomentismo”,
constituido mayoritariamente por Juntas Vecinales y Consejos
Comunitarios del Gran Buenos Aires el cual cobro relevancia y
adquirió mayor arraigo social a partir del proceso de
industrialización iniciado en 1930. Sin embargo el antecedente más
próximo de prácticas asamblearias, dejando de lado las experiencias
que anteriormente enunciamos, lo constituyeron el Movimiento de
Trabajadores Desocupados (los llamados piqueteros) grupos
trabajadores que en diversos barrios comenzaron a organizarse desde
fines de 1996.
Desde
diciembre de 2001, las asambleas en una primera fase, en sus primeros
meses, tuvieron
principalmente un
carácter
deliberativo y
contestatario, la
lucha se
centraba en
el reclamo
de planes
de empleo
ante la
desocupación, se
exigían
subsidios dignos para los desocupados, más alimentos para
los comedores populares, solidaridad con las fábricas recuperadas
para los trabajadores, hechos imprescindible para masificar, pero que
a la vez absorbía grandes energías al vecindario, diluyendo la
perspectiva de lucha más general.. Las situaciones evolucionaron, y
tras seis meses de la rebelión del 19 y 20 de diciembre las empresas
recuperadas resistían , las calles y las plazas se continuaban
llenando de asambleas, las rutas y los puentes eran de los
piqueteros. Para el estado no era suficiente con hacer crecer sobre
los movimientos y organizaciones sociales las amenazas, secuestros,
simulacros de fusilamiento, ,incluso asesinaron a personas (Javier
Barrionuevo en Esteban Echeverría el 6 de febrero y unos meses
después hirieron de bala a Juan Arredondo en Lanús), intentando
generar miedo en la población, el gobierno de Eduardo Duhalde,
necesitaba desencadenar una ofensiva represiva mayor sobre el pueblo
para frenar las revueltas crecientes y en este contesto se produjo la
“masacre de avellaneda”, desatada el 26 de junio de 2002 con
balas de goma y balas de plomo por un operativo conjunto entre la
Policía Federal, la Policía de la provincia de Buenos Aires, la
Gendarmería Nacional Argentina y la Prefectura Naval con el
resultado de dos piqueteros muertos por disparos de la policía y 34
personas heridas de bala.
La
variedad y masividad de estas luchas llevó a un importante sector de
la población y a sectores de la Izquierda a opinar que la Argentina
estaba entrando en una situación revolucionaria
Hasta
la victoria de Néstor Kirchner en Abril de 2003 el movimiento de
Asambleas veía aumentar su fuerza, aunque las
organizaciones
de
la
izquierda
tradicional,
en
general,
interpretaron
el
fenómeno
como
un
nuevo
espacio
para
captar
militantes.
Muchas
veces
la
asamblea
fue
el
espacio
en
la
cual
diversas
organizaciones
disputaban
sus
espacios
de
poder,
contribuyendo,
de
esa
manera,
a
su
disolución
incluso
antes
de
la
llegada
de
Kirchner
al
poder.
En
determinados
casos,
la
militancia
se
encontraban
en
la
disyuntiva
entre
reproducir
la
línea
de
su
partido
o
acomodarse
a
la
laxitud
de
su
asamblea.
Ello
se
expresó
cuando
asumían
ciertas
posiciones
políticas
y
usos
de
metodologías
que
no
siempre
coincidían
con
el
perfil
de
sus
sedes
matrices.
Es
posible
que
quienes
se
autoreivindicaban
asambleístas
se
hubieran
contaminado
de
ese
clima
polifónico
y
eligieron
coexistir
con
ambas
adscripciones
a
la
vez.
Cierto
es que no se elaboró en aquel entonces una alternativa popular que
expresara una fuerza social y política capaz de ofrecer una
respuesta a la crisis de representatividad de la partitocracia
dominante. Sobre esa crisis y ese vacío se montó Néstor Kirchner
para ofrecer una propuesta política que, tomando algunas banderas
del reclamo popular, fuera trayendo “apaciguamiento” de la
conflictividad, satisfaciendo así las necesidades de estabilidad que
reclamaba, sobre todo, el poder económico dominante.
La
más favorable situación económica después del mazazo de la
devaluación fue descomprimiendo los índices alarmantes de
desocupación. Sobre eso, y sobre la imagen de “cambio” que el
kirchnerismo supo imponer a partir de la modificación de la Corte
Suprema y los gestos en materia de Derechos Humanos respecto a las
causas por represión en los 70, hizo que los movimientos sociales
perdieran terreno para sus luchas. La realidad económica de los
excluidos no había cambiado estructuralmente (el desplazamiento se
produjo, a lo largo de toda la década, de la exclusión se paso a la
precarización). Aún así, es cierto que muchxs trabajadorxs
recuperaban sus “changas”, o se empleaban, sin estabilidad, en
trabajos mal remunerados. Esto alcanzaba para disminuir la presión
que pudieran hacer las organizaciones sociales y de izquierdas. Más
temprano o más tarde, las expresiones radicalizadas de los nuevos
movimientos sociales debieron asumir el “repliegue” de las formas
más audaces de lucha, y repensar estrategias para el desarrollo de
sus organizaciones.
La
embestida
intimidatoria
hacia
algunas
asambleas
perduraba
y
se
manifestaba
en
amenazas
de
desalojo
de
espacios
liberados
y
agresiones
diversas,
además,
el
gobierno
de
la
ciudad
de
Buenos
Aires
intento
“implicar”
a
algunas
asambleas
en
sus
proyectos,
estas
“interferencias
institucionales”
posibilitaron
divisiones
y
un
debilitamiento
de
sus
fuerzas
aumentando
el
numero
de
las
que
fueron
desapareciendo.
En
este periodo se produjeron dinámicas muy similares a las que se
dieron en el Estado Español, en una primera fase cuando la izquierda
llego a los Ayuntamientos en Abril de 1979 y en una segunda fase en
Octubre de 1982 con el triunfo electoral del PSOE. En estos periodos
de tiempo, activistas y militantes de movimientos sociales,
asociaciones de vecinos, sindicatos, etc, pasaron de la lucha popular
a convertirse en cargos técnicos y políticos en las
administraciones municipales y del estado. La situaciones de
conflictividad decrecieron y la lucha que se había producido por una
ruptura con el régimen fascista anterior, prácticamente
desapareció. Sin embargo hoy en 2012, se puede constatar que aquel
“cambio político” no produjo cambios en las estructuras del
estado ni a nivel militar, ni judicial y las reformas que se llevaron
a cabo no significaron un avance en el sistema hacia una democracia
mas directa, participativa y cercana a las personas. El gobierno del
PSOE y las coaliciones PCE (posteriormente IU), PSOE, PSP, ERC,
etc...en ayuntamientos, fueron la mejor herramienta por parte del
Estado para impedir cambios en las estructuras del mismo. En este
periodo y posteriormente. Lo material comando lo humano, el objeto
domino al sujeto, se perpetuo la dominación.
El
Poder no oferto más libertad que la de elegir entre múltiples
opciones que perpetuaban el poder de lo competitivo, de los mercados
(neoliberalismo), un poder de pugna y dominación. No se supo
construir, (puede que se nos dejara esta tarea a quienes luchamos,
sinceramente, por un cambio de sistema en 2012), un camino con poder
cooperativo, poder para hacer y crecer concertadamente, con capacidad
de producir cambios” mediante “un mutuo aumento – no
disminución – del poder de otros, donde el empoderamiento se
diluyera tras la capacidad transformativa y la capacidad para lograr
resultados a partir de toda la comunidad, pero esto no es suficiente,
la redefinicion de poder conlleva, su distribución, la construcción
de la unidad en la diversidad a partir de principios compartidos
entre iguales fomentando una ética de servicio mutuo y reciprocidad,
promoviendo un uso legitimo del poder en beneficio de todxs.
En
Argentina puede que si hubieran analizado este periodo histórico en
España hubieran constatado que en realidad, solamente hay un camino
(Unidad, Lucha, Revolución) y que la manera de andarlo (Asambleas,
Movimientos Sociales, Sindicatos, Partidos) no es lo importante sino
por dónde (proyectos comunes, acciones unitarias, objetivos
compartidos, actitudes no apologistas, acuerdos globales) y, por lo
tanto, hacia dónde se anda (Revolución y Cambio Social).
A
partir de
2003, la
trayectoria de
las Asambleas
vario en
algunos casos,
pues se
comenzaron a
ocupar fincas
abandonadas, con
el objeto
de recuperarlas
para su
uso público,
donde se
crearon comedores
y ollas
populares, se
organizaron clubes de trueque,,
compras comunitarias, huertas comunitarias y hasta incluso pequeños
molinos harineros, se generaron también proyectos de economía
social, además de otras experiencias.
Se
constituyo una Asamblea Interbarrial, se
considero que se estaba gestando un emergente de coordinación
entre las distintas asambleas que venían funcionando desde el mes de
diciembre en Capital Federal y otras áreas, sin embargo poco a poco
su rol se fue desvirtuando y se paso de la construcción de un
espacio para discutir los objetivos comunes.,a un espacio para la
resolución de los conflictos y mezquindades de los partidos
políticos y organizaciones de izquierda más sectarias.
Durante
el proceso de división otro ámbito de articulación asamblearia fue
el llamado Espacio de Colombres
cuyo
nombre
alude
al
Centro
Cultural
creado
por
ex
empleados
del
Banco
Mayo,
y
que
fue
utilizado
por
numerosas
organizaciones
sociales
y
políticas
para
la
realización
de
reuniones
y
encuentros
en
común En este
caso, su surgimiento se vinculo con algunos partidos -el Partido
Obrero, el Movimiento Socialista de los Trabajadores y el Partido
Comunista- que explicitaron al interior de las asambleas barriales la
necesidad de configurar una instancia en la cual confluyan
movimientos de tipo social con organizaciones “estrictamente
políticas”.
Pero
no se puede culpabilizar de la división asamblearia exclusivamente a
los partidos, también tienen culpa quienes desde posiciones
“autonomistas” plantearon lineas políticas concretas alejadas de
la búsqueda de confluencias en la construcción de lo común. Por
ejemplo las llamadas “Asambleas
Autonomistas”
en
una
de
sus
reuniones
nacionales
planteaban;
1.
La
unidad
asamblearia
desde
la
autonomía
y
la
diversidad;
2.
La
construcción
de
una
Red
Nacional
de
Asambleas;
(“propias”)
y
3-La
construcción
de
una
“herramienta
política
nueva,
útil
para
promover
el
cambio”.
Autonomía
y
Autonomismo
difieren
en
que
el
primer
termino
por
si
mismo
no
tiene
ningún
componente
ideológico
concreto
ni
lo
pretende
y
el
segundo
si,
por
ello
cuando
se
hablaba
de
“unidad
asamblearia
desde
la
autonomía”
la
realidad
era
que
se
planteaba
una
apología
del
autonomismo,
que
distaba
mucho
de
un
proceso
de
construcción
desde
la
diversidad,
cuando
se
hablaba
de
“herramientas
nuevas
para
el
cambio”,
se
estaba
planteando
una
linea
ideológica
concreta
de
pensamiento
y
acción
muy
alejada
por
desgracia
de
la
búsqueda
de
procesos
unitarios
y
cuando
se
hacia
mención
la
construcción
de
una
“herramienta
política
nueva,
útil
para
promover
el
cambio”,
se
prentendia
la
construcción
de
herramientas
desde
el
autonomismo
y
no
desde
la
unidad
de
la
izquierda
y
los
movimientos
sociales.
Difícilmente
se
pueden
construir
procesos
revolucionarios
desde
la
división
y
la
incapacidad
para
encontrar
puntos
de
acuerdo,
cuando
se
pretende
potenciar
lo
propio
en
vez
de
lo
común.
Aunque
cueste
creerlo,
el
motivo
fundamental
por
el
que
la
economía
argentina
no
colapsó
aún
más
profundamente,
ni
cayó
en
la
vorágine
de
la
hiperinflación
(como
predijo
el
FMI),
sino
que
comenzó
una
temprana
recuperación,
fue
por
la
movilización
popular.
Fue
la
movilización
popular
la
que
posibilito
más
margen
de
maniobra
a
Lavagna
en
sus
negociaciones
para
dejar
de
pagar
la
deuda
externa,
al
menos
por
un
tiempo,
al
trasladarles
el
temor
de
que
se
podía
trastocar
el
orden
social
en
toda
la
región.
Fue
la
movilización
la
que
evito
mayores
vaciamientos
de
empresas
mediante
el
apoyo
a
la
lucha
sindical
(caso
Aerolíneas
Argentinas)
o
mediante
la
amenaza
de
la
toma
de
fábricas
y
su
puesta
en
funcionamiento
bajo
control
obrero.
Fue
la
presión
social
la
que
logró
evitar
que
la
economía
argentina
cayera
más
profundamente.
Como
reconoció
Lavagna
frente
a
los
empresarios;
La
"situación
social"
es
el
"telón
de
fondo"
de
todas
sus
políticas
económicas:
"La
estabilidad
social,
la
estabilidad
política
y
en
consecuencia
la
estabilidad
económica
están
íntimamente
ligadas
a
que
podamos
seguir
con
la
política
de
contención,
primero,
y
de
mejoramiento
de
la
situación
social
después.
El
que
crea
que
se
puede
llevar
adelante
un
plan
económico
sin
mirar
lo
social
se
equivoca"
(Clarín,
15/5/03).
En
suma,
fueron
las
luchas
populares
también
las
que
impidieron
la
hecatombe
del
sistema,
por
sus
malas
políticas
De
estas
verdades
también
hemos
de
aprender.
A
las utopías hay que darles contenidos, son los momentos de los
proyectos, se tienen que poner
en
juego
la
reflexión,
el
estudio,
las
organizaciones,
las
creaciones,
en
una
palabra
los
instrumentos
mediante
los
cuales
se
vayan
realizando
los
anhelos,
deseos,
objetivos,
reclamadas
por
las
personas
en
su
malestar..
En
el
articulo
se
ha
hablado
del
MTD
(Movimiento
de
Trabajadores
Desempleados)
en
los
procesos
previos
al
nacimiento
de
las
Asambleas
Populares.
El
MTD
se
ha
definido
como
una
organización
“popular,
de
hombres
y
mujeres”
,
trabajadores
y
desocupados,
que
han
formado
un
“movimiento”
(y
no
un
partido
o
un
sindicato)
para
empezar
a
“resolver
entre
todos
los
problemas
de
todxs”
.
Esta
organización
se
plantea
autónoma
“de
los
partidos
políticos,
los
sindicatos
y
la
Iglesia”
,
pero
tiene
como
criterio
básico
la
coordinación
con
los
otros
sectores
del
campo
popular
En
el
MTD,
el
diseño,
ejecución
y
evaluación
de
las
actividades
del
movimiento
no
corren
por
cuenta
de
una
estructura
de
“militantes
políticos”
de
alguna
organización
que
vengan
a
ayudar,
organizar
o
dirigir
a
los
vecinos
hacia
la
Revolución,
sino
por
cuenta
de
los
mismos
vecinos
del
barrio,
que
comparten
problemáticas,
sueños
y
una
identidad
local.
De
este
modo,
las
transformaciones
operadas
en
y
por
la
organización,
se
traducen
en
cambios
experimentados
por
los
vecinos
y
por
la
propia
comunidad.
El
MTD
define
el
poder
popular
a
partir
de
un
conjunto
de
criterios
que
comprenden:
la
construcción
territorial”
(es
decir,
la
organización
se
asienta
en
el
territorio,
en
el
barrio,
“crece
y
se
desarrolla
con
un
sentido
de
‘masas’”),
“en
base
a
esto
se
estructura
un
movimiento
que
asentado
en
los
barrios,
busca
mejorar
las
‘condiciones
de
vida’,
buscando
responder
por
las
distintas
reivindicaciones
(salud,
educación,
vivienda,
servicios,
problemas
de
la
mujer,
de
los
jóvenes,
de
los
niños),
ya
sea
generando
iniciativas
propias,
o
luchando
por
la
exigencia
del
cumplimiento
por
parte
del
Estado”;
generando“la
articulación
con
otros
sectores
sociales,
desde
un
movimiento
con
una
reivindicación,
se
plantean
objetivos
y
reivindicaciones
que
incorporan
a
todos
los
sectores
populares”;
Es
a
partir
de
la
observación
critica,
analizando
el
modo
en
que
algunos
movimientos
han
intentado
desarrollar
formas
de
acción
fomentando
conceptos
como
el
de
dignidad,
poniendo
fin
a
la
división
existente
entre
el
mundo
de
la
política
y
el
de
la
economía,
perfeccionando
nuevas
formas
organizativas,
con
una
visión
constructivista
de
la
realidad,
planteando
una
lógica
distinta,
una
temporalidad
distinta
de
la
del
capital
y
el
estado,
como
podremos
aprender
y
comprender,
evitando
bucles
en
los
procesos
presentes
y
futuros..
Para
la
propia
revolución,
es
fundamental
proponer
e
insistir
en
una
forma
distinta
de
concebir
el
mundo,
así
como
en
una
forma
distinta
de
concebir
las
relaciones
entre
individuos.
Al
contrario
de
lo
que
ocurría
con
el
concepto
tradicional
de
la
revolución,
basado
mucho
más
en
una
metáfora
militar,
en
la
idea
de
que
existía
un
conflicto
entre
dos
ejércitos,
donde
para
poder
derrotar
al
enemigo,
se
debían
básicamente
aceptar
los
métodos
del
enemigo.
Únicamente
un
ejército
para
derrotar
al
otro,
cuya
organización
fuera
exactamente
la
misma
que
la
del
primero.
Una
mas
entre
las
luchas,
entre
las
formas
de
sublevarse,
entre
las
formas
de
revelarse
puede
consistir
en
el
desarrollo
de
un
lenguaje
que
exprese
acciones
y
que
el
estado
simplemente
no
pueda
entender,
generando
una
asimetría,
una
ruptura
entre
la
lógica
de
la
dominación,
por
una
parte,
y
la
lógica
de
la
sublevación
,
por
otra.
Esas
acciones,
esa
lógica
de
la
sublevación,
no
llegara
a
ningún
fin,
si
no
es
capaz
a
su
vez
de
llenar
de
contenido,
lo
que
es
una
exigencia
a
voces,
la
unidad
popular,
“el
pueblo
unido
jamas
sera
vencido”,
sin
el
logro
de
este
objetivo,
estaremos
en
un
barco
a
la
deriva,
donde
desde
la
apología
se
culpabilizara
a
los
otros
de
los
fracasos
propios.
Grito
mudo
#12M
Sol
Jose
Luis
L.